21 enero 2013

Seneca, Ganivet, Astrana

"Cuando se examina la constitución ideal de España, el elemento moral y en cierto modo religioso más profundo que en ella se descubre, como sirviéndole de cimiento, es el estoicismo; no el estoicismo brutal y heroico de Catón, ni el estoicismo sereno y majestuoso de Marco Aurelio, ni el estoicismo rígido y extremado de Epicteto; sino el estoicismo natural y humano de Séneca. Séneca no es un español, hijo de España por azar, es español por esencia; y no andaluz, porque cuando nació aun no habían venido a España los vándalos; que a nacer más tarde en la Edad Media quizás no naciera en Andalucía sino en Castilla. Toda la doctrina de Séneca se condensa en esta enseñanza: No te dejes vencer por nada extraño a tu espíritu; piensa, en medio de los accidentes de la vida, que tienes dentro de tí una fuerza madre, algo fuerte e indestructible, como un eje diamantino, alrededor del cual giran los hechos mezquinos que forman la trama del diario vivir; y sean cuales fueren los sucesos que sobre tí caigan, sean de los que llamamos prósperos, o de los que llamamos adversos, o de los que parecen envilecernos con su contacto, mantente de tal modo firme y erguido, que al menos se pueda decir siempre de tí que eres un hombre. Esto es español; y es tan español, que Séneca no tuvo que inventarlo, porque lo encontró inventado ya; sólo tuvo que recogerlo y darle forma perenne, obrando como obran los verdaderos hombres de genio".

Del Idearium español (1897) de Ángel Ganivet. Citado por Luís Astrana Marín, en su biografía del político, hombre de negocios y escritor cordobés: Vida genial y trágica de Séneca (Madrid, 1947).

El año pasado me leí como quien se bebe un vaso de agua, la biografía de Séneca, cortesano y hombre de letras, del profesor sevillano Francisco Socas. Como me quedé con ganas de saber más de Lucio Anneo Seneca (lo poco que pueda saberse de él, sobre todo por propio testimonio en sus tratados y epístolas morales), me he hecho en librería de viejo con esa espléndida y morosa biografía, escrita a la antigua usanza, de Luís Astrana Marín. A ver quién se anima a reeditarla, que bien lo merece.

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