20 diciembre 2009

Karen Armstrong de viva voz




Estos días de Adviento he escogido la lectura del último libro de Karen Armstrong, En defensa de Dios (2009), guiado por recomendaciones solventes, como la del profesor dominico Sixto Castro [enlace]. Armstrong es una publicista inglesa, que habla con la claridad propia de la gente de la isla (puede clicarse en la pestaña "view subtitles" y escoger "spanish"). Su tesis es que todas las religiones encierran en su mensaje, en última instancia, la "regla de oro": Todos los que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas (Mt 7,12). Una idea importante, que comparto, es que la auténtica religión, la que salva, no versa sobre verdades de doctrina, sino sobre práctica y moralidad. La religión verdadera no es ideológica, sino que nos hace buenos.

13 diciembre 2009

La crisis, ¿es pecado?

Iba a seguir con el tostón de la parte teórica, más abstracta y abstrusa, de la encíclica Caritas in veritate, cuando se ha interpuesto la novedad de otro documento de los obispos españoles, una "Declaración ante la crisis moral y económica" [Conferencia Episcopal Española]. Me ha parecido que hacer un breve comentario de alguna de sus afirmaciones es una buena oportunidad para entrar en la materia de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, según el espíritu y la letra de la Caritas in veritate.

Lo primero que llama la atención, ya en el mismo título de la declaración de los obispos, es que se quiera hacer ver que la crisis económica coincide con una situación de crisis moral, sugiriendo una relación de causa a efecto. Por tanto, lo que debemos examinar es si realmente puede identificarse así, sin más ni más, crisis económica y crisis moral. O como digo al principio, en un intento de inocente provocación, "si la crisis es pecado".

Los obispos dicen: Somos conscientes de la gravedad de la situación en la que nos encontramos, por causas que tienen su origen en la pérdida de valores morales, la falta de honradez, la codicia, que es raíz de todos los males, y la carencia de control de las estructuras financieras, potenciada por la economía globalizada. Esto es, la crisis económica es una manifestación de una crisis moral subyacente. ¿Es aceptable esta tesis? Creo que no, y me explicaré.

1. La palabra crisis se emplea en sentidos distintos en la misma frase. Tomada en sentido moral, por crisis parece aludirse a una situación de general deshonestidad pública, manifestada en la falta de honradez y codicia, y que supone un descenso o "pérdida de valores morales". Pero en sentido económico, el término "crisis" se refiere, de manera imprecisa, a las coyunturas de bajo nivel de actividad productiva y de empleo, combinado con la elevación de precios. Si la calificación de "crisis moral" implica emitir un juicio de valor, la "crisis económica" supone estrictamente la medición y diagnóstico del estado transitorio de una economía, y es una cuestión de hecho, no de valor. Por tanto, asociar crisis moral y crisis económica supone mezclar indebidamente consideraciones de hecho y de valor, que no son comparables. La declaración incurre aquí en la falacia is-ought.

2. Si aceptásemos una correlación entre los niveles de actividad económica, y el "nivel moral", llegaríamos a conclusiones absurdas. El mismo documento reconoce que las víctimas de la crisis económicas son los desempleados, los pequeños empresarios o comerciantes que cesan en su actividad, los inmigrantes abandonados a su suerte. Son a éstos a quienes el Señor llamó bienaventurados. Los perdedores son ganadores (hay un gran libro de
Luís Cencillo sobre esta paradoja); luego la correlación apuntada no se cumple con los más débiles. Como he oído decir, no hay que olvidar que los pobres, el "Sur" de nuestro planeta (Asia, África, América latina) viven en una continua crisis, o depresión incesante, que es invariante del nivel moral que quiera reconocerse.

3. Los ciclos y fluctuaciones (incluso
estocásticas) de la actividad económica, los apogeos y depresiones del empleo y la riqueza, son por principio extraños a consideraciones morales. Son dinámicas intrínsecas a los sistemas económicos (lo mismo da que sean economías liberales, capitalistas, o socialistas). Que la economía experimente alzas y bajas, es tan natural y fisiológico como la sístole y la diástole del corazón. La moralidad se refiere a las conductas humanas, no a los procesos naturales, físicos o mecánicos, como pueden ser los procesos y dinámicas económicas. De nuevo, sólo de manera metafórica, pero impropia, pueden analogarse crisis económica y crisis moral, porque pertenecen a órdenes extraños entre sí: el material y el moral.

4. Incluso si todos los "operadores económicos" (consumidores, empresarios, banqueros, la hacienda pública, los trabajadores y los comerciantes...) fuesen modelo de honradez, y se condujesen en sus actividades públicas y en su vida privada de manera honesta, liberal y bondadosa, no por eso nos evitaríamos sufrir depresiones y desigualdades, carestía y pobreza. De nuevo, la crisis económica no puede ser nunca signo de crisis moral.

Con el análisis de esta declaración, hemos observado que no se debe transferir sin más el mal físico (la crisis económica) al mal moral (el pecado, la deshonestidad, la criminalidad). El desempleo, la pobreza, la enfermedad, no son plagas bíblicas, que envía Dios como castigo por nuestros pecados. Responden a dinámicas intrínsecas de los sistemas materiales, independientes de la voluntad humana. En caso contrario, ¿los pobres, los enfermos, las víctimas, serían los más pecadores?

Benedicto XVI en la Caritas in veritate, ratifica este criterio. Me adelanto aquí al capítulo III de la encíclica, donde se lee: "La economía y las finanzas, al ser instrumentos, pueden ser mal utilizados cuando quien los gestiona tiene sólo referencias egoístas. De esta forma, se puede llegar a transformar medios de por sí buenos en perniciosos. Lo que produce estas consecuencias es la razón oscurecida del hombre, no el medio en cuanto tal. Por eso, no se deben hacer reproches al medio o instrumento sino al hombre, a su conciencia moral y a su responsabilidad personal y social. La doctrina social de la Iglesia sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o «después» de ella. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser sarticulada e institucionalizada éticamente" (n. 36) [los subrayados son míos].

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08 diciembre 2009

Lógica del amor

"Puesto que está llena de verdad, la caridad puede ser comprendida por el hombre en toda su riqueza de valores, compartida y comunicada. En efecto, la verdad es «lógos» que crea «diá-logos» y, por tanto, comunicación y comunión [...] La verdad abre y une el intelecto de los seres humanos en el lógos del amor: éste es el anuncio y el testimonio cristiano de la caridad" (Caritas in veritate, n. 4).

No sorprende que el antiguo profesor Ratzinger pretenda aquí intelectualizar el amor. El logos, o la lógica, del amor, sería algo más que su definición o reducción a concepto, sino la conversión del amor con la verdad: La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad (n.3). Pero ¿tienen estas afirmaciones algún sentido entendible, que trascienda la mera verbosidad abstracta? Pretender que el amor sea la verdad, es como pedirle a cualquier enamorado que explique su amor: nos diría que para él es inexplicable, que no tiene lógica, lógos. O como dice la letra de una soleá flamenca: en el querer no hay locura. Si es cierto que el amor tiene "su verdad", y que todos quieren amar "de verdad", no por eso verdad y amor pueden confundirse, o volverse lo uno en lo otro.

Los primeros párrafos de la encíclica Caritas in veritate contienen las ideas más arduas del texto, que demandan una demorada explicación, pero también las expresiones más hoscas y desagradables. Dice Benedicto XVI: "Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad. Es presa fácil de las emociones y las opiniones contingentes de los sujetos, una palabra de la que se abusa y que se distorsiona, terminando por significar lo contrario" (n. 3). Y un poco más adelante: "Un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales" (n. 4).

Cuando se piensa que el amor induce en hombres y mujeres pensamientos y ¿por qué no? sentimientos sublimes, e inspira bella literatura y obras de arte, no se puede más que mostrar decepción porque la encíclica insista en los modos más ruines del amor, y no acierte a mostrarnos su rostro amable, como hizo el apóstol Pablo. Me pregunto si la encíclica revela en esto ideas sombrías de senectud.

El logos del amor no puede significar que el amor se confunda con la verdad. Se impone distinguir cuidadosamente la amistad de la veracidad, aunque se haya acuñado una máxima: caritas in veritate, que violenta la letra de la epístola paulina. Ser veraces en el amor no tiene nada que ver con que el amor deba "ser verdad". Más bien habría que decir que sin amor la verdad sería "menos verdadera", menos creíble o confiable. Trataré de explicarlo en próximos posts.

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06 diciembre 2009

Más libros de la Feria de viejo


Como no hay dos sin tres, he vuelto a la Feria del Libro Antiguo, aquí en Sevilla, para repescar algunos libros que hacían falta. No son libros antiguos (que son los que tienen más de cien años), ni viejos (porque los he comprado nuevecitos, en su funda), ni de saldo (porque no proceden de una liquidación o remate), sino tal vez de ocasión, porque los he comprado baratos, aprovechando esta oportunidad o coyuntura. A mí me parecen todos libros excelentes, y si no, no los hubiera comprado (o de haberlo hecho, lo silenciaría por vergüenza en el blog). Sigo mi costumbre de abrirles ficha y hacerles un rápido comentario, indicando por vanidad el precio que he desembolsado por ellos:

Pilar Sanchiz Ochoa, Evangelismo y poder. Guatemala ante el nuevo milenio (Universidad de Sevilla, 1998) [3 euros]. La profesora Sanchiz, catedrática de antropología de nuestra universidad, explica: "esta investigación aborda las relaciones entre el movimiento evangélico (pentecostal y neopentecostal) y el poder político en Guatemala. Pretende mostrar cómo los intereses políticos -y de clase- usan la religión para justificar un orden social determinado; cómo fundamenta en la Biblia su pretensión de legitimidad un sector de la sociedad guatemalteca, perteneciente a la corriente evangélica neopentecostal (que ha gobernado ya el país y que pretende hacerlo en el futuro), y como se mantiene la creencia en dicha legitimidad por parte de las capas bajas de la población". El estudio no ha perdido interés, y responde a una corriente de investigación en auge, el análisis político de la religión. Puede verse, por ejemplo, el reciente estudio Pablo y el imperio romano, del P. agustino David Álvarez Cineira (Sígueme, Salamanca, 2009). Recuérdese que los evangelios presentan el proceso y muerte de Jesús como un conflicto político.

Manuel González Jiménez, Alfonso X el Sabio (editorial Ariel, Barcelona, 2004) [5 euros]. También de otro catedrático de la universidad de Sevilla, ya jubilado. El profesor González Jiménez es un especialista de este monarca, del que ha editado un diplomatario.

A. Caballos, W. Eck, F. Fernández, El senadoconsulto de Gneo Pisón Padre (Sevilla, 1996) [9,50 euros]. Edición y estudio del senadoconsulto, del que se conservan dos copias en bronce, encontradas en yacimientos arqueológicos andaluces (en El Saucejo y Lora de Estepa). La copia más completa se custodia en el museo arqueológico de Sevilla (merecedor de visita, para quien no lo conozca). Llama la atención el relato de los hallazgos recientes de estos bronces, presa de los furtivos, "piteros" y traficantes de antigüedades. Quien sienta curiosidad, puede leer la traducción castellana del Senatus consultum en esta página de la universidad de Grenoble [
enlace].

La "Asociación de Amigos del Libro Antiguo de Sevilla" tiene cada año el buen gusto de publicar, en colaboración con la universidad de Sevilla, un libro especial de la Feria. El de esta edición del diplomático y bibliófilo Miguel Albero Suárez, Enfermos del Libro. Breviario personal de bibliopatías propias y ajenas [10 euros]. A mí en un principio no me hacía gracia este libro, como que a nadie le gusta que le señalen sus manías, pero por consejo de mi médico lo he comprado (y hasta lo he regalado), para estar advertidos. El recorrido por el índice ya es de por sí una gozada: "II. Lectores en libro ajeno: la bibliocleptomanía, sus partidarios y practicantes. III. A buen hambre, no hay tapa dura ni necesidad de saber leer: de la bibliofagia y sus instentinales consecuencias. IV. La bibliofobia, o quita de aquí ese libro que no lo trago. V. Quema, que así nada queda; de la biblioclastia o destrucción de libros. VI. Libro veo, libro quiero: de la bibliofilia, madre de todos los males, enfermedad o pasatiempo. VII. Los Devotos de su Alteza, o la pasión por las primeras ediciones".

Y así, hasta el año que viene, si Dios quiere (si no es que no pico otra vez).

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02 diciembre 2009

Los nombres y los significados

Las palabras son importantes. Cuando se comenta un texto de ideas, como puede ser la encíclica Caritas in veritate, lo primero es ponerse de acuerdo sobre el significado de los términos que se emplean, v.gr.: caridad, amor, verdad. Esto supone rastrear también el origen o genealogía de las palabras, su etimología y sus equivalencias en otras lenguas (originales o de traducción). Mientras reflexiono sobre la próxima entrada, en que continuaré mi comentario y polémica sobre la encíclica, estoy leyendo algo de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. Es una lectura recomendable para aguzar las ideas y la expresión verbal.

Yendo y viniendo de una pregunta a otra de la Suma, me he encontrado esta tarde con un texto tan sugerente, que no me resisto a copiarlo (en latín y castellano) y compartirlo con los amigos y amigas que se asomen a este blog. Creo que el Aquinate ilustra mejor que nadie el método léxico que defiendo. Se encuentra en la primera parte,
quaestio 79, articulus 10 ("utrum intelligentia sit alia potentia ab intellectu"):

Hoc nomen intelligentia proprie significat ipsum actum intellectus qui est intelligere. In quibusdam tamen libris de Arabico translatis, substantiae separatae quas nos Angelos dicimus, intelligentiae vocantur; forte propter hoc, quod huiusmodi substantiae semper actu intelligunt. In libris tamen de Graeco translatis, dicuntur intellectus seu mentes. Sic ergo intelligentia ab intellectu non distinguitur sicut potentia a potentia; sed sicut actus a potentia.

"La palabra inteligencia propiamente significa el acto del entendimiento consistente en entender. No obstante, en algunos libros traducidos del árabe, se llama inteligencias a las sustancias separadas que nosotros llamamos ángeles. Tal vez esto es así porque dichas sustancias siempre entienden en acto. En algunas traducciones del griego, son llamados Entendimientos o Mentes. Por lo tanto, la inteligencia no se distingue del entendimiento como una potencia de otra, sino como el acto se distingue de la potencia." [
S. Th. 1, q.79, a.10].

Por curiosidad, obsérvese que la traducción castellana (que ofrece un blogger argentino) pierde la familiaridad léxica de intelligentia, intellectus, intelligere, cuando interpone los términos 'entendimiento' y 'entender', donde iría tal vez mejor 'intelecto' e 'inteligir'.

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28 noviembre 2009

Veracitas in amicitia

Continúo el comentario a la encíclica Caritas in veritate, "sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad". Como pregona su mismo título, y se hace insistente en los primeros párrafos del documento, la tesis que nos propone Benedicto XVI es que sólo en la verdad resplandece la caridad (n. 3).

En defensa de la tesis, se invoca una máxima paulina, o de un discípulo de Pablo, formulada como exhortación en la carta ad ephesios 4,15: veritatem autem facientes in caritate [agape]. Aunque de inmediato, Benedicto XVI propone de manera osada la inversión de los términos del versículo: de la verdad en el amor [veritas in caritate], al amor en la verdad [caritas in veritate]. ¿Es indiferente el orden de los factores? No oculto que me parece ilegítimo este forma de argumentar alambicada, porque toma como punto de partida un texto ya distante del original (a saber, la versión latina, y no el griego en que la carta fue pensada y escrita), y porque hace decir al epistológrafo lo que éste no escribió.

Ya he comentado en el artículo anterior [Caridad sin amor] que no es aceptable recurrir con preferencia al texto latino de la Vulgata, antes que al griego neotestamentario, porque los términos latinos de la Escritura, como éste de caritas, llevan adheridos sentidos extraños o diversos al original, aunque se hayan hecho tradicionales. Caritas no es agape, no es amor, aunque la Vulgata los haga equivaler, y ni siquiera en Santo Tomás de Aquino la caridad y el amor tienen el mismo significado. El uso de uno u otro texto, griego o latino, no es inocente.

Sea lo que sea, llama la atención en los primeros compases de la encíclica, la cita de Ef 4,15, así que detenernos en este pasaje nos ayudará a interpretar el mensaje de la nueva encíclica. El cotejo del texto griego [aletheuontes de en agape] con las más recientes traducciones castellanas, evidencia que el sentido es claro, aunque no se acierte con una expresión que haga honor al sintético original. Así, se lee: viviendo en la verdad y en el amor (El Libro del Pueblo de Dios, 1990); viviendo con autenticidad el amor (La Casa de la Biblia, 1993); con la sinceridad del amor (Biblia del Peregrino, 1993); movidos por un amor sincero (Biblia de Jerusalén, 1998).

Todas estas traducciones convergen en un mismo sentido: hay que ser veraces, sinceros, auténticos, amables. Cualquiera diría que el apóstol recomienda, muy castizo, "ir con la verdad por delante". Veracitas in amicitia, traduciría yo. Y me gusta mucho, por su llaneza y claridad, cómo lo dice la
King James Version: speaking the truth in love.

La elección de esta exhortación a los efesios, en abono de la tesis de la encíclica, no es casual, porque la frase no trata del amor o la amistad [amor, amicitia], sino lisa y llanamente, de la verdad, o para ser preciso, de la condición de ser verdadero o veraz [verax]. Inmediatamente antes ha dicho el epistológrafo: "No seamos niños caprichosos, que se dejan llevar de cualquier viento de doctrina, engañados por esos hombres astutos, que son maestros en el arte del error" (Ef 4,14). Y más adelante encarece: "No viváis como viven los no creyentes: vacíos de pensamiento, entenebrecida la mente y alejados de la vida de Dios a causa de su ignorancia y su obstinación". Se trata de una predicación de la verdad, no del amor. Si el apóstol dice que hay que ser veraces en la amistad, es porque defiende "la auténtica doctrina de Jesús" (Ef 4,21) contra sus impugnadores (Ef 5,6).

Tomando la carta a la iglesia de Éfeso como fondo polémico, la invocación en la encíclica al amor o la caridad, se hace para defender la verdadera doctrina. Por eso leemos en la encíclica afirmaciones tan drásticas como éstas: "defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad" (n. 1); "se ha de entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad" (n. 2). Nos encontramos por tanto con que nuestro pontífice, Benedicto XVI, debelador incansable del relativismo, cuando quiere hablar del amor acaba discurriendo sobre la verdad, como si de un acto fallido se tratase.

Ya hemos comentado que la encíclica suplanta sutilmente el amor por la caridad. En esta ocasión, también observamos que no es lo mismo la verdad [veritas] que la veracidad [veracitas], aunque provengan de la misma raíz [verus]. Pero donde la verdad se refiere a la noesis, la veracidad se atribuye a la praxis. Así que un documento que trata de la cuestión social, debería referirse antes a la veracidad, que es la condición de quien dice la verdad [who speaks the truth], que no a la verdad, que pertenece al plano de la especulación teórica. Si este matiz parece sutil en extremo, recordaré que de una encíclica social se espera que trate de moralidad y costumbres, no de ideas y opiniones.

Continuaré polemizando.
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22 noviembre 2009

Caridad sin amor

"Aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve" (1 Co 13,3).

Cinco meses han pasado desde la firma de la carta encíclica Caritas in veritate, del 29 de junio, y aún no he dicho "esta boca es mía" sobre el documento, pues quiero tomarme mi tiempo en leer un texto árido, de tono sociológico en el peor sentido, y que abarca muchos temas.

Este sábado, en un encuentro en el Seminario de Sevilla con el nuevo arzobispo Juan José Asenjo, ha vuelto a
dar una clase un viejo y querido profesor, don Manuel Clavero Arévalo, maestro de muchas generaciones de juristas sevillanos. A propósito de la encíclica Caritas in veritate, ha dicho el profesor Clavero que realmente no aporta ninguna novedad a la doctrina social de la Iglesia, que sigue inspirándose en los mismos principios de siempre.

No es novedosa, no puede serlo, pero es lo cierto que la encíclica ha dejado estupefactos a tirios y troyanos, y no se parece en nada a los documentos sociales que la han precedido, desde la Rerum novarum de 1891. La última encíclica de Benedicto XVI creo que da un golpe de timón a la manera de entender el magisterio social de la Iglesia. Su introducción antropológica, y la relectura que hace de la Populorum progressio, son a mi juicio las grandes novedades de la Caritas in veritate, lo que justifica su estudio detenido.

Mucho se está comentando también lo que pudiera interpretarse como abusiva inversión de los términos de Ef 4,15: veritatem autem facientes [aletheuontes] in charitatem [de en agape]. No es tampoco una interpretación inocua de la máxima paulina, aunque su comentario lo dejaremos para otro día. Pero sí que nos indica que el problema nuclear de la encíclica, de gran fuste, es la comprensión de la idea, del concepto, y de la palabra Caritas, que encabeza todo el discurso.

Caritas traduce en la Vulgata el término griego de amor generoso, ágape. Viene del adjetivo carus, en latin "caro, querido, valorado". Lejos pues del amor gratuito y desinteresado, como en ocasiones se afirma, sino que caritas vertía originalmente el amor complacido o ágape. Pero en las lenguas modernas, caridad ha tomado un sentido reducido, queriendo decir "benevolencia con los pobres". Por este motivo las traducciones modernas del Nuevo Testamento evitan la palabra caridad en aquellos pasajes en que está indicado el amor, en toda su amplitud (p.ej. 1 Co 13). Todavía la King James Version (1611), dependiente de la Vulgata, traducía caritas por charity, aunque las ediciones revisadas ya dicen siempre love [V.
Online Etymology Dictionary]. Lo mismo habría que decir de la anticuada traducción castellana de Nácar y Colunga, más servil con la versión latina que fiel al original griego.

Es posible que no nos ayude en la comprensión de la Caritas in veritate enterarnos de en qué lengua haya podido ser pensada primero, porque en Ratzinger tenemos a un latinista (sus primeros estudios trataron de San Agustín y San Buenaventura). Pero sí es interesante observar que la lengua alemana desconoce el término caridad. La traducción de la encíclica a este idioma comienza así: die Liebe in der Wahrheit (lit. "el amor en la verdad"), donde la versión castellana dice: la caridad en la verdad, la inglesa: charity in truth, la portuguesa: a caridade na verdade, la catalana: la caritat en la veritat, o la italiana: la carità nella verità. Por el contrario, sorprende que la traducción francesa diga: l’amour dans la vérité, cuando más adelante alterna amour con charité.

La etimología es dato necesario para entender el recto sentido de afirmaciones importantes de la encíclica, como ésta (n. 6): La justicia es la primera vía de la caridad [inglés: Justice is the primary way of charity, alemán: Die Gerechtigkeit ist der erste Weg der Liebe]. Cuando la encíclica, al menos en su traducción española, emplea el término caridad, en qué quedamos, ¿piensa en el amor, o tan sólo quiere decir "justicia con los pobres"?

En este punto, hay que reconocer la superioridad de la versión alemana, donde un mismo vocablo, Liebe, vale tanto por "amor" como por "caridad". Otras versiones modernas deben sacrificar el sentido, reduciéndolo a la caridad, expresión hoy restrictiva. El texto de la encíclica padece en mi opinión una continuada equivocidad, propiciada por el uso inmoderado del latín de la Vulgata, además de la polisemia de la palabra alemana Liebe.

Esta ambigüedad calculada de Caritas in veritate prolonga la de la primera encíclica de Benedicto XVI, Deus caritas est, que debe traducirse desde luego por "Dios es amor" (1 Jn 4,16), no por "Dios es caridad" (?). Los primitivos filósofos griegos, como Empédocles, pensaban que el amor y su contrario el odio, gobernaban el mundo con movimientos de atracción y repulsión. Por eso el Creador, cuando gobierna el mundo, se manifiesta como amor. Pero la caridad, que es aprecio y complacencia, introduce un factor de medida y avalúo en las relaciones humanas. La caridad, como la justicia y el bien, supone medir la utilidad y tiene más que ver con el cálculo económico que con el amor amplio y generoso. Cuando la encíclica afirma que "Caritas in veritate es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia", se funda en este sentido utilitarista de la caridad.

La caridad no se identifica con el amor, aunque el latín caritas pueda inducirnos a pensar otra cosa. Es tesis, por lo demás, de Santo Tomás de Aquino, que pensaba que el amor es noción común a dilectio, caritas y amicitia. Por eso toda caridad es amor, pero no al contrario [omnis caritas est amor, sed non e converso]. La caridad añade al amor una perfección, que consiste en apreciar en gran valor lo que se ama, como el mismo nombre de caritas indica [id quod amatur magni pretii aestimatur, ut ipsum nomen designat] (
S. Th. 1-2 q.26, a.3).

Un destacado filósofo contemporáneo de la órbita germana, Josef Pieper, cuando se enfrenta a la virtud del amor (Über die Liebe, 1972), también advierte del peligro de dar un sentido restringido al amor, confundiéndolo con la caridad: "Caritas, en alemán, significa sobre todo, si no exclusivamente, la atención y cuidado de los necesitados y todo el montaje organizador que para ello se requiere (asociaciones, organismos administrativos, directores, etcétera) (...) Y, sin embargo, lo que se entiende por eso es mucho más y a la vez totalmente distinto de lo que por caritas, como virtud teologal y ascética, se ha entendido siempre. Al reflexionar sobre esto, nadie se podrá extrañar de que Karl Jaspers contraponga caritas a amor, y que pueda hablar de una caritas sin amor".

El análisis conceptual de caritas puede conducirnos a considerar ilegítimo la inversión de los términos de Ef 4,15, porque la epístola paulina está pensando en el amor amplio y generoso, ágape, y no en la caridad, que somete lo amado a cálculo, valor y apreciación. Intentaremos pronto, en nuevos posts, extraer las consecuencias de esta idea.

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20 noviembre 2009

Echando el anzuelo en la Feria del Libro Antiguo

Nueva Feria de Libro Antiguo. No sé cuándo me aficionaría a los libros viejos. Seguro que de muchacho, cuando era estudiante. Ahora espero con impaciencia estas ferias, y me espanta que un año más haya pasado volando, como si tal cosa. El blog me sirve para difundir las capturas, que son muy modestas siempre.

Sin más preámbulo anoto los cuatro libros que he comprado hoy, primer día de la Feria del Libro Antiguo de Sevilla de 2009, que ha tomado como icono en esta ocasión la pintura de "Der Bücherwurm" ("El ratón de biblioteca") de Carl Spitzweg (1850).

1.- Marcelino Menéndez Pelayo (1908), Las cien mejores poesías líricas de la lengua castellana. Ediciones Hispania, Buenos Aires, 1969 [2 euros]. Tenía curiosidad por conocer esta antología, que ahora comprendo por qué no se reedita: ¡es malísima! Después de Bécquer, don Marcelino escoge estos tres poetas, justamente olvidados: Vicente W. Querol (1836-1889), Federico Balart (1831-1905) y Manuel del Palacio (1832-1906). Sic transit... La antología puede consultarse en edición electrónica [
link].

2.- Álvaro Galmés de Fuentes (1955), Influencias sintácticas y estilísticas del árabe en la prosa medieval castellana. Editorial Gredos, Madrid, 1996 (segunda edición corregida) [8 euros]. Estudio para especialistas, fue tesis doctoral del arabista Álvaro Galmés (1924-2003), sobrino y discípulo de Ramón Menéndez Pidal, como de Emilio García Gómez y Arnald Steiger, a quienes dedica la edición. La precisión del título me dispensa de mayores descripciones.

3.- Eginhardo (770-840), Vida de Carlomagno. Traducción de Alejandra de Riquer [5 euros]. Eginhardo, o en su versión germana Einhart, fue un erudito de la corte de Carlomagno. La Vita Karoli se piensa que fue compuesta pocos años después de muerto el monarca (814). En latín, puede consultarse en la Biblioteca Latina [
Latin Library].

4.- Juan Tamayo y Francisco, y Julia Ysasi-Ysasmendi, Catálogo de incunables de la Biblioteca Universitaria. Sevilla, Universidad de Sevilla, 1967 [¡¡un euro!!]. La joya del día, es uno de los primeros catálogos modernos del fondo de la Biblioteca Universitaria de la Hispalense, una de las más sobresalientes entre las españolas (suele recordarse que entre sus incunables figura un Novum Testamentum de Johannes Gutenberg, 1454-1455). Para su fecha, casi medio siglo ya, es un catálogo precioso, con 29 láminas a dos tintas, e índices de lugares de impresión, de impresores y editores, y de correspondencia de los números con los de otros repertorios bibliográficos.

Este catálogo se suma a otros que ya poseo, dos de ellos comprados también en Ferias de Libro Antiguo. Por orden cronológico: Manuscritos jurídicos de la Biblioteca Universitaria de Sevilla (1986), de Arcadio Castillejo Benavente; Impresos de los siglos XV, XVI y XVII. Biblioteca de las facultades de filología y geografía e historia (1987) de Klaus Wagner; y el fantástico catálogo de la exposición Un tesoro en la Universidad de Sevilla. Incunables y obras de los siglos XVI y XVII (1993), de Rocío Caracuel Moyano y Aurora Domínguez Guzmán.

Total balance del día, cuatro libros y 16 euros invertidos. Tiempo de hacer economías, está muy bien, me parece a mí.

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16 noviembre 2009

Quién es quién en el Nuevo Testamento

Libro nuevo. Aunque no he parado de hacer aquí en el blog crónica libresca, hacía tiempo que no dedicaba un comentario a libros vistos en la librería. Éste que voy a comentar merece la pena, porque trata de estudios neotestamentarios (no hay lectura que dé mayor tranquilidad de ánimo que los Evangelios), y se presenta en forma de diccionario, la especie de libro que ordena verbalmente los objetos del universo. Pero antes, la ficha:

Lautaro Roig Lanzillotta, Quién es quién en el Nuevo Testamento. Diccionario de nombres propios de persona. Ediciones El Almendro, Córdoba, 2009. 198 pp.

La entrada típica de este diccionario (que comienza por Aarón y Abaddón, y concluye en Zeus y Zorobabel) presenta el nombre y frecuencia en el NT, etimología, e interpretación y comentario. Por ejemplo, en la letra T se encuentra Teófilo (2) "cristiano a quien se dedican el tercer Evangelio y el libro de los Hechos", o Tiberio (1), "Tiberio Claudio César Augusto, emperador romano (14-37 d.C.), durante cuyo principado se desarrolla el relato evangélico, según Lucas". En frecuencia absoluta, el nombre de Jesús de Nazaret aparece mencionado en el NT 911 veces, Pedro 146, y Pilato 55.

La pretensión de este espléndido diccionario es divulgativa, y es subproducto de un proyecto de investigación en marcha, el Diccionario Griego-Español del Nuevo Testamento, que prepara el "Grupo de Análisis Semántico de la Universidad de Córdoba", dirigido por el catedrático Jesús Peláez. Es interesante saber que las versiones castellanas de los nombres de persona (Juan, María, Lázaro, etc.) toma como referencia la traducción castellana del Nuevo Testamento de J. Mateos y L.A. Schökel (Madrid, 1987) [errata en la página 15]. El autor del Diccionario,
Roig Lanzillotta, es en la actualidad profesor de Nuevo Testamento en la Universidad de Groningen, Países Bajos, y preparó la obra durante su estadía en la de Córdoba.

El encuentro de este Diccionario de nombres ha sido providencial. Me gusta leer el Nuevo Testamento en las lenguas clásicas y modernas que entiendo, porque la extrañeza idiomática me impulsa a reconocer la novedad perenne de las Escrituras. Leyendo los Evangelios en latín, o en inglés, o en italiano, los nombres propios de persona (Herodes, Gabriel, Quirino...) saltan a la vista, y dan mucha vida y fuerza al relato. Este mismo fin de semana me puse en la pesquisa de algún diccionario como éste, llevándome la sorpresa que es novedad caliente de librerías. Es una de las pequeñas alegrías que nos llevamos, de vez en vez, los aficionados a los libros.

14 noviembre 2009

Adversus Camino

El obispo auxiliar de Madrid y secretario de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, advirtió hoy de que los católicos no pueden apoyar el proyecto de ley del aborto, ni darle su voto, y, si lo hacen, "están objetivamente en pecado público y no pueden ser admitidos en la sagrada comunión". Camino, durante un desayuno informativo organizado por la Fundación San Pablo-CEU, precisó que esto no quiere decir que estén excomulgados, ya que "la excomunión está prevista en el Código de Derecho Canónico para quienes son cooperadores directos de un aborto realizado" [La Razón].

Sigo mi impenitente costumbre de meterme en todos los charcos, y me voy a arrimar para hacerle la faena a las recientes declaraciones de monseñor Camino, al hilo de la deliberación legislativa de la despenalización del aborto consentido. A mí, no digo ya como católico cristiano, sino como hombre, me entristece mucho el aborto, la extinción criminal de la vida humana en su origen [orto]. Reconozco además que las heladoras cifras de abortos en España, suman un verdadero genocidio silencioso (decenas de miles de criaturas a las que se impide nacer cada año).

Pero una cosa es abortar, y otra cosa distinta, castigar el aborto consentido. Se cometen muchos abortos, porque el pueblo ha perdido sensibilidad, y sentido de culpa, sobre ese acto. ¿Hay que castigar con la cárcel a la mujer que aborta, o al médico o enfermeros que la ayudan? Aquí, como en el caso del divorcio, ya pacífico, se bifurcan la legislación civil y la de la iglesia. El aborto, que para la Iglesia Católica es un gravísimo delito castigado con excomunión, para el Estado es, aunque escandalice a un católico (pero sólo a católicos) un acto privado impune. La impunidad social del aborto pone en evidencia que la Iglesia Católica Española ha fracasado en su enseñanza sobre el aborto: el pueblo no le hace caso.

En tales circunstancias, ¿cómo hay que tomarse las manifestaciones de monseñor Camino? En primer lugar, habrá que advertir que son opiniones privadas de Martínez Camino, expresadas en un foro de estudio, y que no representan, formalmente, el sentir del Episcopado español. Hay que reconocer su finura disciplinar, cuando descarta que los políticos incurriesen en excomunión, cuando aprueban una ley despenalizadora de aborto. Aquí Camino se aparta de los talibanes de sacristía y otros fanáticos, que andan por la vida a crismazo limpio, repartiendo excomuniones a diestra y siniestra. No, una cosa es procurar el aborto, y otra decir, o aprobar en Cortes, que el aborto no tendrá castigo civil. El acto político, de suprimir el castigo civil al aborto no se puede hacer equivaler al aborto mismo: esto es una falacia.

Por último, monseñor Camino opina que los legisladores que levantan el castigo civil al aborto incurren objetivamente en pecado público. Pero esto sí que es opinable, la calificación de pecado (público). Comprendo que un clérigo, tal que Camino, más presto a condenar y castigar, que a ser misericordioso y perdonar, se haga detestable. Así lo único que se granjea no sólo es la enemistad de los políticos de todo el "espectro", sino que además ofrece una imagen odiosa, por parcial y tendenciosa, de la Iglesia. Pero si entramos en ese sendero, tan discutible y opinable, de los pecados públicos, ¿acaso la riqueza y el lujo no serían también graves pecados públicos, cuando el mandato que hemos recibido es repartir nuestros bienes entre los pobres, en un mundo que sufre el hambre, la enfermedad y las guerras? Y sin embargo, la Iglesia parece que no niega los sacramentos a los ricos y poderosos de este mundo.

[José Ignacio Calleja: "Sr. portavoz de los Obispos, el Evangelio entero, por favor"].

[Juan Masiá Clavel SJ: "Serenidad en el debate sobre aborto"].

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09 noviembre 2009

Recuerdos del muro


Entre la miríada de comentarios que ha suscitado la efeméride de la caída del muro de Berlín, me parece que pocos alcanzarán el valor excepcional, por su testimonio, y su reflexión, del que se debe a nuestro amigo blogger Claudio Martínez Möckel, en su post: Recuerdos del muro. Recomiendo vívamente su lectura. Aquí, un poco parasitariamente, me voy a limitar a reproducir el último párrafo de este texto antológico:

Mathias era un buen chaval. Nos mandamos algunas cartas. Siguió estudiando y acabó Ingeniería. El muro cayó. Después de terminar la carrera no encontró trabajo en su tierra, y se marchó a Alemania Occidental. Allí encontró el paraíso de las libertades. En la empresa lo exprimían como un limón: trabajaba en una multinacional eléctrica, donde se marcaban objetivos diarios, mensuales y anuales, once horas al día, bajo mucha presión. Y el que no le gustaba, a la calle. Trabajar, trabajar, para subir y cuidado con caer. Vino a visitarnos a España un verano. Un par de años mas tarde, su cerebro se rompió: le dio un brote de esquizofrenia, y volvió con su madre. Murió el año pasado. No pudo superar el shock de los dos paraísos. El paraíso comunista era falso, construido sobre la mentira. Y el paraíso capitalista que el había imaginado en sus sueños televisivos, era otra mentira. Vivía solo en una ciudad donde únicamente podía trabajar. No logró integrarse, siempre trabajaba con miedo a ser despedido. El mundo occidental, era un mundo en movimiento, borroso, sin tiempo para nadie, con un regusto nihilista a cenizas frías. El paraíso socialista aspiraba a dirigir las conciencias. El capitalista no sabía que era eso de la conciencia. Esa pregunta no interesa aquí, vuelva usted mañana, y mientras tanto consuma y sonría como un imbécil. Son muchos como Mathias que no lo pudieron superar. Querido Mathias: espero que hayas cruzado el muro definitivo, y que te hayas saciado con esa verdad que siempre has merecido. Saludos desde el otro lado del Muro.

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02 noviembre 2009

Tutte le strade portano a Roma


En la primera entrega de esta crónica libresca de mi viaje a Italia, nos quedamos presenciando el espectáculo dantesco de Benigni en la Arena de Verona. Ya adentrado en el Véneto, desde Padova me aproximé por ferrovia a las calles de Venezia, ciudad literaria, y libresca, por excelencia. Aquí van otros libros de mi periplo italiano:

Shaul Bassi, Alberto Toso Fei, Shakespeare in Venice. Exploring the city with Shylock and Othello. Photographs by Gabriele Gomiero [Editrice Elzeviro, Treviso, 2007]. Repaso de las trazas de la vida civil, mercantil y privada de la Serenissima en los dramas shakespearianos. "Rialto is the only place in Venice that Shakespeare mentions -and repeatedly- in his work. Rialto was the name of one of the earliest settlements on the islands that comprise the city (its name, from the Latin Rivus Altus, which later became Rivoalti, indicates an island whose high shores made it possible to build without being hindered by the tide) and it subsequently developed into the pulsating heart of Venetian trade and finance". Buen prontuario para recorrer el gueto de Venecia, donde tuvo origen esta palabra del dialecto véneto, ghetto, hoy universal.

Riccardo Roversi, Ferrara inter nos. Guida minima di Ferrara. Fotografie Dino Marsan [Este Edition, Ferrara, 2008]. Un buen "manuale amichevole e domestico che racconta la città e la provincia", por sólo 5 euros. Con gran esfuerzo de síntesis, contiene por ejemplo un prodigioso resumen de la vida y calvario de Savonarola, Girolamo fustigatore: "Studioso di teologia e filosofia, Girolamo Savonarola nacque a Ferrara nel 1452. Votatosi poco più che ventenne all'ordine dei frati domenicani, visse quasi ininterrottamente nel convento di San Marco a Firenze, dove predico con intransigenza un virtù religiosa e morale esasperata: atteggiamento dal quale ricavò consensi trascinanti ma al contempo numerosi nemici. Tanto che nel 1498, dopo averio giustiziato per impiccagione, il tribunale ne dispose il rogo pubblico del cadavere". Una apasionante biografía de Savonarola en castellano, se debe a José María de Lojendio OSB (primera ed. 1944, reed. 1960).


Alessandro Bencistà, Vocabolario del vernacolo fiorentino. Con gli esempi delle principali voci da Dante a Benigni [FirenzeLibri, Regello (Firenze), 2005]. Docto glosario de voces del vernacolo, atestiguado con autoridades (entre las que se cuentan los monólogos del cómico Roberto Benigni). Como muestra, la definición de una palabra común y corriente, addìo: "Loc. esclam. Voce di saluto piuttosto confidenziale usata al posto dell'arrivederci, prima del sopravvento del veneto ciao; è ancora oggi la forma più usata dalle persone anziane che non si sono adattate alla nuova parola".

Sandro Allegrini, Frammenti di lingua perugina. Un dizionario da leggere [Morlacchi Editore, Perugia, 2008]. Otra variante del piélago dialectal itálico, el perugino, hablado en en la comarca de Perugia, en la Umbría. El libro no es tanto un diccionario, sino un comentario simpático a las singularidades de este dialecto. Una muestra, de una página cualquiera: "Una delle scadenze domenicali in chiesa, frequentata un tempo più da donne che da uomini, era la predica, in dialetto prèddca. Il prette stupiva le persone semplici con termini sconosciuti, ma il buon senso popolare sospettava che il fine ultimo fosse l'elemosina. Tanto che esisteva il proverbio ogni prèddca fénisce ntól bósslo = "ogni predica finisce nel bossolo" (bósslo era il contenitore delle elemosine)".


Breviarium Urbis Romae antiquae viatorum in usum. Composuit Adrianus van Heck. Editio altera stereotypa. [Koninklijke Brill NV, Leiden, 2002]. La primera edición de este monumento literario es de 1977. Se compone de XXIV + 599 pp., bibliographia brevis, formae urbis, index rerum notabiliorum, forma urbis situm XIV regionum illustrans. El Breviarium es una extensa colección de textos clásicos latinos, hasta San Agustín y Prudencio, que se refieren a las cosas notables de la Roma antigua, ordenados según la división de la ciudad en catorce distritos, o regiones, atribuída a Augusto: I, Porta Capena; II, Caelimontium; III, Isis et Serapis; IV, Templum Pacis; V, Esquiliae; VI, Alta Semita; VII, Via Lata; VIII, Forum Romanum; IX, Circus Flaminius; X, Palatium; XI, Circus Maximus; XII, Piscina Publica; XIII, Aventinus; XIV, Transtiberium. Este repertorio, de gran valor literario e histórico, el lector podría acompañarlo con la guía Roma antica. I musei, i fori, le terme, le catacombe, le vie consolari, del Touring Club Italiano (Milano, 2006).


Irene de Guttry, Guida di Roma moderna. Architettura dal 1870 a oggi. [De Luca Editori d'Arte, Roma, 2006]. Esta guía, ya clásica, es actualización, hasta el año 2000, de las precedentes ediciones de los años 1978 y 1989. En 1870 (año en que se ocupan los Estados Pontificios), la ciudad de Roma tiene doscientos mil habitantes; en apenas un siglo ha sufrido una importante expansión. Los visitantes reconocerán en la guía monumentos tan notables de la época moderna, como Il Vittoriano (1885-1911), de Giuseppe Saconi; il Palazzo della Civiltà Italica per l'EUR (1937-1938), de Mario Romano; hasta proyectos recientes, como los nuovi spazi di accoglienza dei Musei Vaticani (1996-2000), del Studio Passarelli.



Imágenes: 1. Libreria Charta Venezia, Calle dei Fabbri, San Marco, Venezia. 2. Libreria del Porcellino, piazza del Mercato Nuovo, Firenze. 3. Panel indicador de la Libreria Edison, piazza della Repubblica, Firenze. 4. Libreria M.T. Cicerone, sottopassaggi Largo Chigi, Roma (en la fotografía, entrada de la Via del Corso).

18 octubre 2009

Hypatia

"En este tiempo ocupaba un tal Teófilo el obispado de Alejandría. Habíase dado a los cristianos de esta ciudad un antiguo templo de Osiris, para que sobre sus ruinas edificaran una iglesia, y al cavar para echar los cimientos del nuevo edificio, se encontraron casualmente algunos símbolos obscenos del culto primitivo, los que Teófilo, con más celo que pudor, expuso en el mercado como objetos de pública mofa. Menos sufridos los paganos en esta ocasión que los cristianos cuando las farsas teatrales sobre el debate de la Trinidad, se alzaron en tumulto y estalló una asonada. Establecieron su cuartel general en el Serapeo, y tales fueron los desórdenes y la carnicería, que el Emperador se vio obligado a intervenir; envió un edicto a Alejandría ordenando a Teófilo que destruyera el Serápeo, y la gran biblioteca reunida por los Ptolemeos y que se había salvado del incendio de Julio César, fue dispersada por este fanático.

"Al obispado de Teófilo ascendió a su debido tiempo su sobrino San Cirilo, que se había captado el aprecio de las congregaciones alejandrinas, como predicador elegante y aplaudido, y a él se debió en gran parte la introducción del culto de la Virgen María. Su influencia sobre este pueblo inconstante estaba empero turbada por Hipatia, hija de Teon el matemático, que no sólo se distinguía en la exposición de las doctrinas de Platón y Aristóteles, sino también por sus comentarios sobre los escritos de Apolonio y otros geómetras. Diariamente se estacionaba ante su academia una larga fila de carros, y la sala de las conferencias apenas podía contener las personas más ricas y elegantes de Alejandría, que iban a escuchar sus disertaciones sobre asuntos que en todo tiempo ha inquirido el hombre y que jamás han sido explicados: ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué puedo saber?

"¡Hipatia y Cirilo! La filosofía y el fanatismo no podían existir juntos, y reconociéndolo Cirilo obró según esta idea. Cuando Hipatia se encaminaba a su academia, fue asaltada por las turbas de Cirilo, en las que iban varios monjes, desnudada en la calle, arrastrada a una iglesia y allí asesinada por la maza de Pedro el Lector; el cuerpo fue destrozado, la carne raída de los huesos con conchas, y los restos arrojados al fuego. Nunca tuvo Cirilo que dar cuenta de este horroroso crimen; parece, pues, que se aceptaba que el fin santifica los medios.

"Así acabó la filosofía griega en Alejandría y pereció la ciencia que tanto se esforzaron en promover los Ptolemeos; la biblioteca Hija, la del Serápeo, fue dispersada, y la suerte de Hipatia sirvió de aviso a los que intentaran cultivar los conocimientos profanos; no hubo por tanto libertad para el pensamiento del hombre; todo el mundo debía pensar como la autoridad eclesiástica ordenase en el año del Señor 414, y en la misma Atenas aguardaba su sentencia la filosofía; Justiniano al fin prohibió su enseñanza e hizo cerrar todas las escuelas de la ciudad."

John William Draper, Historia de los conflictos entre la religión y la ciencia (1873). Traducción de Augusto T. Arcimís Werle (1876) [
Proyecto filosofía en español].

15 octubre 2009

Cambio climático

La evolución natural de los meteoros nos hacen la ilusión de que todo muda y cambia. Nos lo tomamos como una afrenta, nosotros, que nos pensamos inmortales. Tememos que la tierra que habitamos se hunda ante nuestros ojos. Pero los poetas saben ver que la naturaleza es eterna y los hombres frágiles. Cuando se despedía de su tierra, la poetisa coruñesa Rosalía de Castro exclamaba:

¡Adiós!, sombras queridas; ¡Adiós!, sombras odiadas;
outra vez os vaivéns da fertuna
para lonxe me arrastran.
Cando volver, se volvo, todo estará onde estaba;
os mesmos montes negros i as mesmas alboradas...

El mundo, como un monte imponente, sobrevivirá a nuestras andanzas. Somos nosotros los que cambiamos, padeciendo diversa fortuna. Y el sol seguirá naciendo.

[Blog Action Day 2009: Climate Change]

10 octubre 2009

Siltolá

El jueves pasado hubo en Sevilla presentación de libros de poesía, la colección Siltolá de la Fundación Ecoem, que preside nuestro amigo Javier Sánchez Menéndez. La Biblioteca Pública Infanta Elena es un edificio anodino, y feo, pero con mucha iluminación natural, y se entra por un paseo de arbolitos del Parque, entre medio de una jungla de coches aparcados junto al pabellón de Chile y el Teatro Lope de Vega... Allí, al atardecer, a la brisa que corre en el paseo de las Delicias, a la orilla del brazo muerto del Guadalquivir, saludamos a Olga Bernad (que vino de Zaragoza), a Jesús Cotta, y a un buen número de amigos y colegas bitacoreros y de la cosa lírica...

Desde los días del bachillerato, en que leíamos al gran César Vallejo, o que pedíamos al profesor de inglés que nos recitase el haiku famoso de Ezra Pound, uno ya ha leído millares de poemas (a lo peor exagero), o los ha oído recitar a los poetas. También yo escribía versos cuando era doncel, aunque la vida me ha llevado por derroteros más secos y desabridos. Uno de mis maestros en derecho, el profesor Olivencia, nos advertía que nuestra Universidad lleva el título de Litteraria Hispalensis. Quiere decir que los letrados somos gentes de letras. Por eso admiro sin límites a quienes hacen de la palabra y el verso un oficio. Pero el muchacho que gustaba leer el romancero viejo acabó de especialista en derecho público: no soy poeta. Otro de mis maestros, Ángel López López, se metía con esos mustios abogados y profesores que van siempre con la prosa amojamada del Boletín Oficial del Estado bajo el brazo. "Aquí sólo hablamos de cosas elegantes", decía don Ángel López en sus clases de derecho civil. Si cada cosa engendra su semejante, no puede ser que el trato asiduo con los boes rompa en poesía.

Hace unos días recordaba con Javier aquellas noches poéticas inenarrables, con "copa de vino español", que se celebraban en la cochambre de la librería El Desván, de la sevillana calle Don Pedro Niño, en la parroquia de San Andrés. Como dicen esos dos notas simpáticos de los vídeos, aquello era otra cosa... El nombre de Desván venía muy a propósito porque allí los rimeros de libros descangallados reposaban de cualquier manera, en baldas o amontonados, cogiendo polvo. En ese cuchitril, que ya cerró, me chiflaba pasar las horas muertas hace veinte años. El librero, Luís Andújar, es un personaje gracioso, como muchos de su oficio. "Bibliófilo gustoso de las zarandajas gráficas", aplicaba en los tratos librescos la regla de que el primero que llegue, se lo lleva. Algunas tertulias poéticas de la ciudad habían adoptado El Desván como su lugar de reunión, y allí fue donde Javier presentó un libro suyo de poemas una noche de noviembre de 1991... Él sigue escribiendo, en su blog La vida al filo de la espada, y ahora mejor porque internet difunde al instante, entre muchos, las ideas y los escritos.

El jueves pasado se presentaron en la Biblioteca Infanta Elena para leer sus versos cinco poetas, por orden alfabético: Miguel Agudo, Olga Bernad, Jesús Cotta, Juan Antonio González Romano y Elías Marchite, los primeros de la colección Siltolá. Cuantas veces leo u oigo a los poetas, no puedo evitar interrogarme sobre el porqué y el para qué de la poesía, que son preguntas casi existenciales. Tengo sobre mi mesa un libro nuevo, interesante, sobre este tema, de Agustín Fernández Mallo: Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma (Anagrama, 2009), donde explica que la actividad poética debe corresponderse con el clima cientista de nuestro tiempo. En algo le doy la razón al autor: toda creación tiene que ser rupturista, sorpresiva. Las maneras trilladas, "ortodoxas", pueden ser alimenticias, pero no creadoras, sino estériles, anacrónicas.

La poesía es un arte popular, destinada al canto. Carmen, que significa 'poema' en latín, también es 'canto', del verbo canere. Y Antonio Machado decía que canto y cuento es la poesía. Por eso es costumbre que los poetas reciten sus versos, porque su razón de ser es oírlos en alta voz, cantados. Sin embargo, ninguno de estos cinco poetas de Siltolá escribe poesía declamatoria, apta para el canto o la recitación. Escriben poesía moderna, para ser leída en silencio y soledad. El poema aforístico, que ellos cultivan (como hicieron Juan Ramón, Unamuno o Machado), está peleado con la canción (es el grado cero de la poesía lírica), y leerlo en público, como si se leyese un romance o unas coplas, me parece como si dejase al poema desarbolado. Pero esto es una impresión personal.

Tomemos el libro de Miguel Agudo, Cuando Herodes la tierra. Contiene un brillante aforismo, que el poeta ha leído en público: Si el tiempo todo lo cura, ¿por qué mueren los viejos tan enfermos? Es un poema que exige la meditación en silencio, incluso la visualización en la página (porque se publica con una artificiosa composición tipográfica). Leamos, no oigamos, otro de los poemas de Miguel Agudo:

... DE UNIVERSO

Al principio
-eran las cuatro y cuarto de la tarde-,
se levantó Dios de la mesa
y creó un café solo.
Y pensó que sabría demasiado fuerte
y creó Dios un terrón de azúcar.
Y, parafraseando a Arquímedes, se dijo:
"dadme una cucharilla y..."
y removió el terrón
-sin sudor de su frente
ni usar alzada alguna-,
y quiso sorber
y sin querer besó
esta negrura...

06 octubre 2009

El bocadillo de calamares en Argüelles


Uno es tan castizo, que para celebrar el ingreso en territorio nacional y la llegada a la capital de España, no se me ocurre otra cosa que devorar un bocadillo de calamares en este bar de la calle marqués de Urquijo, en el barrio de Argüelles, a un paso del cortinglés de Princesa. Es además el ritual que nos imponemos los que venimos de provincias cada vez que vamos a los madriles. Con esta vieja costumbre, que me hace sentir ya como en casa, termino esta crónica visual, un tanto errática y caprichosa, de mi viaje a Italia. En el próximo post, como había prometido, concluiré lo que llamo la crónica libresca del viaje.

01 octubre 2009

Incidenti


Cuando llevas recorrido algunos miles de kilómetros al volante, salvo que seas un profesional o tengas nervios de acero, es difícil no paceder algún tipo de incidente, y que nos pille confesados. A la salida de Firenze, un temible blocco que se prolongó durante un par de horas, tuvo colapsada la circulación de la autopista. Y para colmo, cuando al día siguiente ya parecía que arribaba a Roma, de la que me separaban menos de 50 km., tuve un estúpido pinchazo, que pudo arreglarse felizmente, y del que queda testimonio gráfico...


Siena




30 septiembre 2009

... Y la quema de Savonarola


Parece como si los florentinos no llevasen del todo a bien haber quemado al flagellatore fra Girolamo Savonarola, y con la unidad del país, decidieron honrar su memoria, "dopo quattro secoli", con una placa en la piaza della Signoria. Con esto redondeamos el recuerdo del dominico intemperante, a sugerencia del Capitán, después de haber visto su monumento en Ferrara, y el lugar de su arresto en San Marco de Florencia.

Arresto de Savonarola

En los muros del convento de San Marco de Florencia, una lápida recuerda la noche en que Savonarola fue arrestado con estrépito por sus enemigos políticos. La visión de la ciudad desde las ventanas del convento es maravillosa.



Tempi corrotti


A Girolamo Savonarola / in tempi corrotti e servili / dei vizi e dei tiranni / flagellatore. Monumento en su ciudad natal, Ferrara, inaugurado en 1875.

28 septiembre 2009

Crónica libresca de un viaje a Italia


He querido este año hacer al volante mi grand tour por Italia. Ambicionaba llegar hasta Sicilia, y planeé regresar a la península ibérica deshaciendo el camino, saltando por las islas de Cerdeña y Córcega. Emprendí el viaje al comenzar septiembre, crucé Somport, la Provenza y los Alpes, hice estación en el Piamonte, y una vez recorrido el Véneto, Umbria y la Toscana, en quince días me hallé en Roma, donde hice recuento de fuerzas y numerario, y recapacité volver a casa en ferry, de Civitavecchia a Barcelona. No me contenté con visitar las grandes ciudades (Turín, Venecia, Florencia, Roma), y fui haciendo escala en las que me salían al paso. Así he regresado con una perspectiva amplia aunque fugaz del bel paese.

Cualquier viaje no me parece redondo si no vuelvo con algún libro bajo el brazo. Han de ser libros idiosincráticos, que sólo se encuentren en el lugar, y sean de ese modo como guijarros que se guardan en el bolsillo, que atestigüen por dónde hemos andado. Creo que los libros son el mejor de los souvenirs de un viaje. Su poder evocador es mayor que el de cualquier bagatela, porque los libros excitan la fantasía del viajero sin la mediación de los sentidos, leyéndolos. Lo esencial de un pueblo, de un país, de una ciudad, es intangible y espiritual, y sólo se representa bien en la meditación de la letra escrita, echando a volar la imaginación.

Con este exordio justifico haber vuelto a casa con un maletón repleto de libros. En Turín, primer paradero de mi navegación, empecé a hacer acopio de libros nuevos con la edición italiana de Gomorra. Viaggio nell'impero economico e nel sogno di dominio della camorra (Mondadori, Milano, 2006), de Roberto Saviano. En la Librería San Paolo de Via della Consolata, me llevé La Bibbia. Via, Verità e Vita (Edizioni San Paolo, Milano, 2009), "nuova versione ufficiale della Conferenza Episcopale Italiana", que se ha publicado este año.

Y en Roma, final de mi singladura, no renuncié por ocho euros a una elegante edición en tela amarilla de los Italienische Reise de Goethe (Verlag C.H.Beck, München, 2007), que vi en la librería Herder de la piazza Montecitorio. En la Feltrinelli de Largo di Torre Argentina se vendía de saldo la edición de lujo de Tutte le novelle de D'Annunzio (Mondadori, Milano, 2006).

Cuando he vuelto a casa y he abierto la mochila, desempaqueté los libros y los amontoné sobre la mesa, para colocarlos en "orden geográfico", como si cada uno formase una estación del viaje. El repaso de los títulos y el hojeo me hacen la impresión de recorrer de nuevo las autostrade italianas, de una ciudad a otra, de tal modo que el catálogo de los libros que he traído describe por añadidura el itinerario y la crónica de mi viaje. Comienzo otra vez por Turín, y terminaré por ahora en el Véneto, aplazando al próximo post nuestro arribo a Roma:

Alba Andreini (a cura di), Una Mole di parole. Passeggiate nella Torino degli scrittori. Introduzione di Carlo Fruttero [Celid, Torino, 2008]. Obra de literatura aplicada al territorio, "per camminare conoscendo e conoscere camminando", a manera de literary walks, de un grupo de investigadores del Dipartimento di Scienze letterarie e filologiche, della Facoltà di Lettere e Filosofia dell'Università di Torino. Con excepcional ilustración gráfica, el denso material sobre la ciudad de Edmondo De Amicis, Primo Levi, Cesare Pavese o Natalia Ginzburg, se organiza en ocho itinerarios turineses: Centro, Quadrilatero Romano, Borgo Dora - Vanchiglia, Lungo Po - Collina, Porta Nuova - San Salvario, Piazza Solferino - Crocetta, Piazza Statuto - San Donato, y San Paolo - Mirafiori.

Ariel Rathaus (a cura di), Poeti israeliani [Giulio Einaudi Editore, Torino, 2007]. La Libreria Internazionale Luxemburg, fundada en 1872 en la Piazza Carignano, es la más antigua de Turín. Al fondo de la tienda hay una amplia sección de judaica, donde encontré esta antología bilingüe ítalo-hebrea de poetas israelíes contemporáneos, entre otros Chaim Guri (Tel Aviv, 1923), Yehuda Amichai (Würzburg, 1924 - Jerusalén, 2000), o Natan Zach (Berlín, 1930), los más veteranos, y Shimon Adaf (Sderot, 1972), de familia sefardí, el más joven.


Ernesto Brivio, Una piazza per il Duomo. Dal ruolo civile di ieri al degrado di oggi [Nuove Edizioni Duomo, Milano, 1982]. Librito que ha cumplido ya un cuarto de siglo, pero que sigue de actualidad. Denuncia el descuido de la plaza de la catedral, centro de reunión y paseo de los milaneses. Ilustraciones curiosas, como "due eloquenti immagini dell'uso che oggi si fa della piazza; l'abitudine di sedersi sui gradini del sagrato crea un ostacolo quasi insormontabile a chi voglia entrare in Duomo"; costumbre que me recuerda la de los sevillanos, de también sentarnos en las gradas de la iglesia de El Salvador.

Camillo Semenzato, Verona. Fotografia nel testo di Umberto Tomba. Inserto fotografico di Paolo Marton [Corbo e Fiore Editori, Venezia, 1993]. Pertenece a una serie de guide nere del editor Corbo e Fiore, "un sussidio insostituibile per chi voglia veramente conoscere il carattere e non il semplice aspetto superficiale dei luoghi che visita". Una guía compuesta a la vieja usanza, con ilustraciones en blanco y negro, que le sientan muy bien a las antigüedades de la ciudad de Verona.

Roberto Benigni, Il mio Dante. Con uno scritto di Umberto Eco [Giulio Einaudi Editore, Torino, 2008]. Ya he contado [Roberto Benigni en Verona] que a mi llegada a Verona se anunciaba la representación en la Arena esa noche del espectáculo de Roberto Benigni, Tutto Dante. Benigni es conocido en el mundo entero por su película La vita è bella (1997), tal vez menos por sus representaciones situadas en el medio cultural italiano, como ésta de la Divina Commedia. Umberto Eco, que alaba que un cómico como Benigni triunfe recitando a Dante, dice introduciendo el libro: "È un errore moderno credere che la poesia sia cosa per intellettuali raffinati: è la piu popolare delle arti, ed è nata per essere recitata a voce alta e mandata a memoria". Il mio Dante es un resumen de las reflexiones y glosas de Benigni a la Commedia, que son el meollo de su espectáculo.

Giovanni Antonio Cibotto, Proverbi veneti [Giunti Editore, Firenze, 2006]. Salado refranero en dialecto véneto, con su correspondencia en toscano. Una muestra, escogida al azar: Amore, tosse e panza non i se sconde. El vin de casa no imbriaga. Fioi e colombi sporca le case. Avaro agricoltor no 'l se fa signor. Nemigo tuo quelo de l'arte tua. Novo paron, nova lege. El leto xe 'l paradiso dei povari. Se cambia più spesso de pensier che de camisa. Chi tropo se inchina, mostra 'l culo. Megio un amigo che çento parenti. A chi consegia no ghe dol la testa. El debito l'è un ladro in casa. Chi ciama Dio no xe contenti. El pan fora de casa, xe massa salà o desavìo.


Imágenes: 1. Libreria Ghelfi e Barbato (Via Mazzini, Verona). 2. Interior de la Libreria Internazionale Luxemburg (Piazza Carignano, Turín) [fotografía de Fabrizio Zanelli]. 3. Baratillo de libros a la sombra de la Basilica di Santa Maria degli Angeli, en Asís.