10 septiembre 2008

El dinero, visto por Miguel Brieva


Comienza la temporada libresca con fuerza. Aparece en librerías, editada por Mondadori, la reedición de Dinero, "Revista de Poética Financiera e Intercambio Espiritual", del joven dibujante sevillano Miguel Brieva. En principio "Dinero" fue un fanzine, publicado entre 2001 y 2005. Desde entonces la carrera del ilustrador y viñetista ha sido meteórica. Sus ilustraciones aparecen en un libro antológico, casi de coleccionista, el manual de Educación para la ciudadanía de Akal (2007). Incluso el año pasado ya ha expuesto en una caja de ahorros de la ciudad una muestra retrospectiva, "Sobras maestras".

Miguel Brieva se define a sí mismo como "un ente ectoplasmático surgido de los delirios etílicos de un oso perezoso tras una exagerada ingesta de hojas de eucalipto maceradas". Aunque se me ocurre que ésta, más que una definición, es la ocultación de la persona del artista detrás de sus creaciones, que son las que de verdad cuentan y hablan por él.

Su humor negro se compara al de El Roto, aunque el antecedente de todos ellos es Chumy Chúmez. Miguel Brieva practica el sarcasmo contra los valores convencionales de las clases medias y acomodadas, y de paso nos hace sonreír y pensar sobre nuestros modos ridículos de vivir. Un tema habitual es Dios (representado siempre con un triangulito en la cabeza) que se muestra complacido de su creación, este mundo tan desastroso en apariencia. Sin embargo, aunque estos dibujos se inspiran en las ideas antisistema o anticonsumistas, me ha sorprendido no encontrar ninguno que ataque al blanco preferido de los grupos rebeldes, la Iglesia Católica. Es un aspecto de su obra, este respeto implícito a la religión, que me intriga.

Se critica al autor que sea incoherente y haya terminado por venderse al vil metal, publicando sus dibujos en el grupo Random House (pero bajo licencia Creative Commons). No estoy de acuerdo con esta forma de verlo. Su humor ideológico, que dicen inagotable, tiene valores proféticos. Es importante que un artista nos recuerde, cada tanto, nuestra hipocresía y materialismo consumista, nuestra vulgaridad. Sólo por eso habría que buscarle a Miguel Brieva un buen mecenas.

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