19 noviembre 2007

vox clamantis in deserto

"Cada grupo humano –una sociedad concreta, la Iglesia católica en un espacio geográfico, una congregación religiosa, un partido político, un sindicato, una institución académica- tienen derecho a rememorar su historia, a cultivar su memoria colectiva, ya que de esta manera profundizan también en su identidad. La Iglesia católica, por ejemplo, en el Concilio Vaticano II buscó su reforma y renovación volviendo a las fuentes. Este conocimiento que actualiza el pasado, además de ensanchar la conciencia compartida por el grupo, puede sugerir actuaciones de cara al futuro, ya que memoria y esperanza están íntimamente unidas. Pero no es acertado volver al pasado para reabrir heridas, atizar rencores y alimentar desavenencias. Miramos al pasado con el deseo de purificar la memoria, de corregir posibles fallos, de buscar la paz. Recordamos sin ira las etapas anteriores de nuestra historia, sin ánimo de revancha, sino con la disponibilidad de afirmar lo propio y de fomentar al mismo tiempo el respeto a lo diferente, ya que nadie tiene derecho a sofocar los legítimos sentimientos de otro ni a imponerle los propios. La búsqueda de la convivencia en la verdad, la justicia y la libertad debe guiar el ejercicio de la memoria. Con las siguientes palabras expresó lo que venimos diciendo Mons. Antonio Montero, Arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, en su extraordinaria obra presentada en su momento como tesis doctoral en la Universidad Pontificia de Salamanca: “Que los hechos se conozcan bien, pero desprovistos en todo lo posible de cualquier fermento pasional” (Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939, Madrid 1961, p. VIII). Y alguien, que perdió a sus padres profundamente católicos en aquella persecución, ha afirmado en manifestaciones recientes: “Un cristiano no puede dejarse llevar del odio, aunque sea en nombre de la justicia”.

Monseñor Ricardo Blázquez, Discurso inaugural de la XC Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (19 de noviembre de 2007).

El discurso puede leerse completo en este enlace

Y aquí el impresionante testimonio de Gabino Díaz Merchán

5 comentarios:

  1. Pero ese no es el ánimo de los que hacen la ley y parcializan la memoria y renuevan los agravios.

    Mientras unos quieren avanzar, otros se empeñan en retrasar setenta años los relojes y las conciencias.

    Y así.

    +T.

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  2. Impresionante la entrada, impresionante el testimonio de don Gabino...
    Perdonar, sí; olvidar, nunca. Hechos, hechos.

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  3. El perdón y la paz son imperativos porque la tragedia de la guerra ocurrió hace 70 años, y aún se tiene memoria de ella. No conozco a nadie que se violente por los hechos de la guerra de la independencia, o de las guerras carlistas. Porque se tiene memoria hay que olvidar y perdonar, y no atizar rencores. Y sobre todo tener la decencia de reconocer que crímenes los hubo en todas partes.

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  4. Me ha parecido realmente estremecedor el testimonio de don Gabino, que fue obispo de la diócesis de Oviedo y que, además, se distinguió siempre por ser hombre muy comprometido con lo social.
    Respecto de la memoria histórica, guardo desde hace meses un artículo que es muy clarificador de cuanto está sucediendo y de las equivocaciones con que se afronta esa recuperación de nuestro pasado, es de Fernando del Rey Reguillo, se titula Trampas de la memoria antifascista, y creo que merece la pena su lectura. Apunto un posible enlace:
    http://www.almendron.com/tribuna/?p=14729
    Un cordial saludo.

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  5. Gracias, un acertado artículo, ese del profesor del Rey Reguillo. Memoria histórica sí, para no repetir la historia, precisamente. Saludos.

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